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Cómo tomar buenas decisiones

Cómo tomar buenas decisiones
Por: Adela Sáchica

Ya sea en nuestros negocios o en nuestra vida misma constantemente nos vemos obligados a tomar decisiones. Algunas  decisiones podrían  no  tener  consecuencias significativas, pero otras, por más pequeñas que sean, podrían determinar el éxito o el fracaso.

Por tanto, sin importar el tamaño que tengan, siempre debemos procurar tomar buenas decisiones. Y, por tanto, siempre debemos tener cuidado al momento de tomar una decisión, lo cual implica recabar información que nos ayude a decidir, desarrollar alternativas, y luego analizarlas (evaluar sus ventajas y desventajas, y calcular sus posibles consecuencias tanto inmediatas como a largo plazo).

Mientras más importante sea una decisión (mientras más grande sea el impacto que pueda tener en nuestros negocios o en nuestra vida), mayor cuidado debemos tener al momento de tomarla (mayor información debemos recabar, mayores alternativas debemos considerar, y mayor tiempo debemos tomarnos en analizarlas).

Aunque, por otro lado, si se trata de decisiones cotidianas o rutinarias, debemos tener la capacidad de analizar y decidir rápidamente, confiando en nuestro buen juicio, nuestra experiencia y en nuestra intuición.

Al momento de tomar una decisión debemos tomar en cuenta tres cosas:

  • No analizar una decisión en exceso: cuando se trata de una decisión importante, debemos analizarla bien antes de tomarla, pero sin exagerar, sin llegar al punto de querer recabar toda la información existente, o querer preverlo o planificarlo todo.

Si nos tomamos demasiado tiempo en analizar una decisión, podríamos llegar a lo que se conoce como “parálisis por análisis” y al final ser ya demasiado tarde para   decidir;   debemos   tener   en   cuenta   que   no podemos preverlo todo y que siempre habrá cierto riesgo que debemos aprender a asumir.

  • No tomar decisiones en base a emociones: no debemos tomar decisiones dejándonos llevar por el apuro, por la presión, por el odio, por hechos pasados, o por lo que digan los demás; debemos procurar tomar decisiones estando lo más tranquilos posible (lo cual nos dará claridad y sabiduría), y siendo lo más objetivos posible.
  • Confiar en nuestra intuición:  nuestra intuición sabe cuándo una decisión que estamos por tomar es o no la correcta; si es la correcta, podría manifestarse haciéndonos sentir tranquilos y optimistas; pero si no es la correcta, podría alertarnos haciéndonos sentir dudas, miedo o preocupación.

Si nuestra intuición nos dice que la decisión que estamos por tomar es la correcta, debemos dejar de seguir dándole más vueltas al asunto y tomarla sin perder más tiempo; pero si nos dice que no es la correcta, no deberíamos tomarla por ningún motivo.

Si luego de haber analizado una decisión, ésta sigue siendo poco clara al igual que nuestra intuición, debemos recabar mayor información y  tomarnos más tiempo en  analizarla; pero  si  a pesar de ello seguimos sin encontrar una respuesta, tenemos las siguientes alternativas:

  • Buscar un estado de silencio interior: Tranquilizar nuestra mente y buscar un estado de silencio interior hasta que nuestra intuición nos diga qué decisión debemos tomar.
  • Olvidarnos de que hay que decidir: Olvidarnos del tema y ponernos a hacer otras cosas que distraigan nuestra mente hasta que nuestra intuición de un momento a otro nos dé la respuesta.
  • Abstenernos de tomar una decisión. En  ocasiones la solución  podría  ser  esperar  que  las  cosas  de  algún modo  se  resuelvan  solas,  o  que  alguien  tome  la decisión por nosotros.
  • Pedir ayuda. Solicitar la ayuda o el consejo de alguien que consideremos capaz de ayudarnos a tomar la decisión correcta.
  • Ponernos en la cabeza de alguien. Ponernos en la cabeza de alguien que consideremos capaz de tomar la decisión correcta, y pensar qué haría ese alguien en nuestra situación.

Una vez que hemos tomado una decisión, es posible saber si fue  correcta si nos sentimos tranquilos y hasta nos olvidamos de que hubo alguna decisión; también podemos saber si hemos tomado una buena decisión cuando vemos que todo fluye y nos sale bien.

Pero si, por el contrario, empezamos a encontrar obstáculos en el camino o las cosas empiezan a salirnos mal, no debemos cambiar nuestra decisión tan rápido, sino pensar en seguir con ésta hasta el final, libre de dudas, remordimientos o preocupaciones.

Debemos tener en cuenta que es difícil prever realmente cuál será el desenlace de una decisión (una decisión que al principio pareciera haber sido mal tomada a la larga podría conducirnos a una gran oportunidad), y que no podemos estar perdiendo el tiempo en rehacer decisiones.

Sin embargo, si el camino presenta demasiadas dificultades, debemos   ser   lo   suficientemente  responsables  como   para aceptar que tomamos la decisión equivocada, y lo suficientemente flexibles como para cambiar nuestra decisión.

 

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