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¡El valor de los valores!

¡El valor de los valores!

Por Alejandro Ruíz Robles

“Mi Casa es tu Casa”

Desde pequeños tuvimos la suerte de contar con personas que nos enseñaron con sus palabras y acciones todos aquellos principios, virtudes o cualidades para actuar en sociedad. De hecho, el ideal de cualquier padre de familia era hacer de sus hijos personas decentes, de valores.

Lo importante de éstos es que eran comunes a todas las familias y los practicábamos en casa, en la escuela, o en cualquier lugar de nuestra comunidad.

De tal manera que vivir acorde con los principios era normal para las personas y no necesitaban invocarlos a cada momento.

“Como duele crecer”

Según vamos desarrollando nuestro camino, nos damos cuenta de que actuar conforme a estas virtudes no es tan fácil; de tal forma que la rigidez de éstos no siempre resultan prácticos al aplicarlos a nuestras vidas.

Y con ello, empezamos a disminuir su exigencia al vivirlos en nuestras acciones; es decir, lo que antes era rígido, lo hacemos flexible para justificarnos.

Y tristemente, así se continúa; se empiezan a matizar los valores, de tal manera que lo que antes era negro y blanco, ahora presenta miles de matices en función a lo que nos interesa.

 

“La Teoría de la Relatividad”

Y con la aplicación de la relatividad dejamos de lado a su creador Albert Einstein y los valores se hacen acordes a los intereses de las personas. Todo es relativo en función a las necesidades y circunstancias de quien actúa.

Con ello, se llega a la conversión de los principios “absolutos” a “relativos” y esto se vuelve una forma de vida.

Virtudes tales como la “Honradez” pasan a flexibilizarse tanto que se llegan a escuchar e incluso aplaudir, expresiones tales como “robó … pero poquito”.

Los valores que eran un requisito indispensable para tener una sociedad sana de pronto pasan a estar detrás de un nuevo elemento: La Justificación.

 

“¡Tan lejos de las Virtudes, tan cercanos a la Incongruencia!”

Y es tal su aceptación social, que de repente justificar los actos en función de los intereses se convierte en una acción compatible con una sociedad cada vez más enferma y alejada de los valores.

El honor de vivir acorde a los principios inculcados se convierte en la utilidad que éstos representan a los intereses personales y de ahí, la manera en cómo se apliquen para satisfacer necesidades.

Lo que aprendimos con palabras y vivencias en la niñez, desaparece cuando entendemos que nadie lo honra en la madurez.

 

“El Laberinto de la Incongruencia”

Y entonces cambian todos los esquemas, las virtudes sólo existen en función de la conveniencia y para exigir al resto.

Nos olvidamos de los absolutos y los utilizamos de acuerdo con las circunstancias, de tal manera que todo resulta en función al “cristal con que se mira”. La expresión “… Qué se haga justicia … en los bueyes de mi compadre ….” desafortunadamente, pasa a ser una forma de exigir a los demás lo que no se pretende de uno.

El beneficio que se reciben de las acciones no acordes a los principios es plenamente proporcional al tamaño de la justificación que se dará.

Y con ello concluimos, los valores viven hasta que los intereses quieren.

 

“¡Es lo qué Es!”

Actuar honrando a los intereses y no a los valores con el tiempo nos demuestra que no es una forma de vivir; sino una muestra de la descomposición social que hemos alcanzado.

Faltar a la Honradez es “robar”, alterar la verdad es “mentir”, ocultar las cosas para un beneficio propio es “engañar”; y con ello, el diálogo de quien vive de esta manera se convierte en justificaciones que lejos de convalidar su actuar, lo convierte en un vivir de mentira.

El ser mitómano pasa a ser una forma de vida y los valores sólo actos aislados que no muestran al ser humano que se pretendió en su niñez.

Y con las justificaciones y las incongruencias, encontramos una comunidad decadente que en poco ayuda a la sociedad que deseamos.

La doble moral fomentada por las incongruencias y las justificaciones es ahora la realidad con la que vivimos.

 

“… ¡Y ahora! … ¿Quién podrá defendernos?”

Y que diéramos por encontrar al Chapulín Colorado como el héroe que aparecía para salvarnos al escuchar este grito en los programas que vimos de niños; pero esto no es posible y desafortunadamente … ¡no hay superhéroes de la imaginación que puedan venir para rescatar los valores perdidos!

En ocasiones, buscamos encontrar soluciones en diversos lugares o con personas que llaman la atención por alguna circunstancia, olvidando que la respuesta está en nosotros.

Si cada uno cumpliera a cabalidad con los valores que nos enseñaron de niños y que nos mostraron con sus acciones la gente que vivía acorde con éstos, seguramente tendríamos la comunidad que nuestros mayores deseaban para nosotros.

Es momento de ser personas de valores y no sólo parecerlas o simularlas.

¡La respuesta a la decadencia de los valores no está en el viento sino en nosotros!

 

“… Y de sus cenizas … ¡Resurgirá!

Hoy por hoy, necesitamos personas congruentes que vivan acorde a sus principios. … ¡Bienvenidos los que así quieran vivir y compartir en nuestra comunidad!

Basta ver las noticias para saber que será una lucha muy difícil, toda vez que los intereses han aplastado a los valores, pero está en nuestra mano revivirlos y hacerlos un hábito constante en nuestra sociedad.

¡Siendo personas de valores tendremos ciudadanos de valor!

 

“¡Si no vamos con TODO … ¿Cómo viviremos?

Si ya vivimos de acuerdo con nuestros principios … ¡Excelente! … ¡Sigamos así!

Si no los estamos haciendo o bien, hemos fallado, aceptemos el reto de vivir acorde a ellos e invitar a que otros lo hagan.

Vivir con Valores no sólo es por TI … ¡es por todos nosotros!

No pretendamos que los demás cambien para nosotros hacerlo; seamos la punta de lanza que muestre el camino a los que han fallado a sus principios e integremos una comunidad ciudadana fuerte.

Ya sabemos que es vivir en una sociedad con rasgos de decadencia … pero … ¿Qué tal si hacemos todo por vivir en una sociedad libre de justificaciones?

¿ACEPTAS EL DESAFÍO DE SER UNA PERSONA DE VALOR 24x7?

Iniciemos el Reto … ¡YO SÍ ME COMPROMETO!

 

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